OCURRIÓ HACE 107 AÑOS....

24 de marzo de 1901: 'Camisero' se presenta con los 'Miuras' en Madrid                                                                        Tal día como el 24 de marzo, pero de 1901, haría su debut en Madrid, como novillero el extrovertido diestro Ángel Carmona Camisero, autor de media decena de libros a cual más curioso, sin contar entre ellos de los célebres "Consultor - indicador taurino universal", de los que se hicieron hasta cuatro ediciones diferentes que el propio matador vendía.

Ese día se anunciaron ocho toros, seis de la ganadería de D. Eduardo Miura y dos, lidiados el primero y octavo, de D.ª Prudencia Bañuelos, para ser estoqueados por Juan Sal, Saleri; Manuel Jiménez, Chicuelo; Cástor Ibarra, Cocherito de Bilbao; y Ángel Carmona, Camisero, que era nuevo en la plaza de la Corte. Los toros de Miura fueron terciados, y aunque el quinto fue bravo y de poder, el resto fueron más duros que otra cosa, siendo fogueado el cuarto. Entre los de Bañuelos destacaría, precisamente, el último. Camisero, que estuvo valiente y breve en el cuarto y lo mató de una buena estocada, recogió una ovación.
En el último de la tarde, uno de los de Bañuelos, también se mostró muy valiente y voluntarioso, y tras matar de un pinchazo, estocada y descabello, obtuvo palmas. Gustó un buen par de banderillas, al quiebro, en el sexto de la corrida, que correspondería a Chicuelo. Saleri resultaría herido de consideración en el glúteo, al entrar a matar al quinto, que fue rematado por Chicuelo. Éste quedó mejor en su segundo toro, aunque mediano en banderillas. Cocherito de Bilbao estuvo mal en su primero, aunque voluntarioso en el séptimo de la tarde.En el cuarto toro actuó Don Tancredo López, que fue muy aplaudido, registrándose un lleno completo en la plaza, con tarde apacible.

Camisero nos narra una curiosa anécdota sobre su presentación en Madrid como novillero puntero, en sus memorias noveladas que tituló Temperamento, editadas en 1941. Cuenta así el diestro de Constantina:

"Mi debut en la plaza de toros de la capital de España fue la primera corrida que toreaba aquel año, y este detalle, de ser la primera que me vestía de torero, me hace pensar la distinta manera de administrarse... los toreros de antaño..., en comparación a la de los diestros actuales; y los que ni por un millón se vestirían en la plaza de Madrid, y menos para debutar y torear ¡Miuras!, sin previamente traer varias corridas toreadas, máxime tratándose de un novillero de cartel; claro es que en esto viene influyendo mucho la psicología de las épocas del toreo, de día en día mercantilizado. La principal condición de antes, para dedicarse a la honrosa profesión de lidiador de reses bravas y llegar a matador de toros, fue siempre la hombría, el cariño al oficio, y contar únicamente con el propio esfuerzo."

Esto escribía el bueno de "Camisero", pásmense, en 1941, que opinaría de hoy en día, cuando estas cosas se han multiplicado por mil. Y añade a continuación:



"¿Serían brutos los toreros antiguos -dicen muchos de estos toreros de hoy, neveras por lo fríos- que obligaban a empresas y ganaderos a que fueran para ellos los toros más grandes de la corrida?..."

Y centrándose en su presentación nos refiere:

"Era el 24 de marzo de 1901. Decían los carteles que se lidiarían seis novillos de ¡¡Miura!! -¿qué debutante siquiera de mediano cartel se presentaría hoy en Madrid para oposición tan severa, con estas trágicas, difíciles y temibles reses?- y dos de Bañuelos, por los ya célebres matadores de novillos Juan Sal Saleri, Manuel Jiménez Chicuelo, Cástor J. Ibarra Cocherito de Bilbao, y Ángel Carmona Camisero, nuevo en esta plaza.

No cabía un alfiler en los tendidos, así de grande fue el lleno. Terminado de hacer el paseo, y al cambiar la seda por el percal -como singular caso lo refiero-, dirigiéndose a mí grita un meticuloso aficionado, del menor detalle:


- ¡Camisero... buen terno traes, pero te está mal la chaquetilla...!

Así era, en verdad; estrenaba flamante traje, verde botella y oro -como para debutar en la primera plaza de toros de España-, encargado a toda prisa; habiéndome entregado el sastre pocas horas antes de la corrida, y no quedando tiempo material para un pequeño arreglo en el cuello de la misma, que se despegaba un poquito, sin pensar en que habría un escrupuloso espectador, que fijándose, me "echaría en cara" tan pequeño detalle; esto prueba como las hilaba la afición madrileña".

Y hoy, a la vista de cómo se hilaba entonces por parte de los aficionados, tal como nos relata el buen torero que se apodó Camisero por dedicarse a tal ocupación antes que a los toros, ¿podremos quejarnos de que algunos espectadores se fijen en que tal o cual diestro se coloque en la rectitud, o cargue la suerte? ¡Oh tempora, oh mores".